Morir por nada, cada vez más frecuente en Uruguay

La muerte del joven golfista Antony Macaris, ocurrida en la noche del martes tras recibir un balazo en el pecho durante una rapiña en el barrio La Paloma, conmocionó al barrio y a su deporte.

Antony Macaris, el golfista asesinado en La Paloma, es recordado por sus entrenadores como un «chico sano, cariñoso y con muchos sueños».

Macaris, de 18 años, estaba becado como golfista en el Club de Golf del Uruguay por su talento y sus posibilidades a futuro. Eso tras haber asistido y competido durante años en la escuela de formación Chimont del Club de Golf del Cerro.

“Antony era un chico muy bueno, sano y muy cariñoso. Era una exquisita persona con muchos sueños pese a tener una infancia y adolescencia llena de limitaciones económicas y vacía de afecto. Siempre quiso salir adelante y gracias a su capacidad técnica se transformó en un gran jugador de golf e incluso ganó algunos títulos en su categoría. El Club de Golf del Uruguay lo tenía becado. Ellos se portaron muy bien, entendieron su situación y fueron muy solidarios”, dijo a ECOS Nelson Olivera, tutor de Macaris durante años y actual presidente del Club de Golf del Cerro.

Olivera conoció a Antony en su función de coordinador y aún recuerda las demostraciones de afecto y agradecimiento del chico.

“Él era un niño con carencias de todo tipo pero era muy querible. Despertaba en las personas el interés inmediato de darle una mano y te agradecía por todo con mucha energía. Si bien hace algunos años que se fue de la escuela hacia el club de Punta Carretas, siempre lo seguimos considerando como uno de los nuestros y como un chico de la casa”, agregó Olivera.

Su talento natural llevó a Macaris a representar a Uruguay en el Sudamericano Pre-Juvenil de 2014 que se llevó a cabo en Brasil.

La escuela Chimont, llamada originalmente Escuelita de Golf del Cerro, es un centro de formación gratuito que tiene como fin recuperar a chicos de contextos críticos e inculcarles valores mediante el aprendizaje de la disciplina deportiva.

“Lo que pasó es lamentable y nos tiene quebrados pero vamos a seguir fomentando y ayudando a estos chicos porque tenemos que redoblar esfuerzos. El club les da valores, les enseña el deporte, les brinda equipamiento y hasta la merienda a los chicos del barrio que vienen. Es un lugar de contención y no es fácil sostenerla pero vamos a ir por más”, indicó el presidente.

“Estos chicos viven en barrios amenazados pero no son delincuentes. Antony era un excelente golfista, venía de una familia muy humilde y tratamos de inculcarle los valores que se tratan en la escuela. Lamentablemente se perdieron tantos valores en el país que esta es una muerte más, como pasa todos los días en Uruguay. No podemos hablar en caliente porque lo mejor es hacer el duelo en silencio”, dijo a este portal Ney Escandón, quien conoció a Macaris a los 11 años y fue su entrenador.

La escuela Chimont tiene actualmente a más de 30 niños y adolescentes practicando pero la intención es llegar a los 100.

 

En la tarde del martes un móvil policial fue alertado de que la intersección de las calles Cibils y Prusia había un joven tendido en el suelo con un disparo.

Al revisarlo los efectivos constataron que tenía una herida de bala a nivel de tórax con afectación en la región cardíaca. Los delincuentes solo le robaron un morral y su teléfono celular.

La Paloma es un barrio lindero al Cerro Norte y a El Tobogán y el crimen ocurrió a cuatro cuadras del Club de Golf del Cerro. Antony llegó inconsciente al centro de salud y falleció minutos después.

No es la primera vez que un golfista resulta baleado en los barrios de la periferia. En febrero de 2016 Juan Álvarez, también formado en la escuelita, recibió tres disparos en Casabó tras un intento de rapiña y fue dado de alta a las pocas horas en el Hospital Pasteur.

Ecos