«Es lo que quieren, que estés inseguro y distraído por otra cosa»

“No robábamos y lastimamos a la gente. Sí robábamos al Estado y a las grandes corporaciones. Y lo hacíamos en pocos minutos”, dijo un joven violinista, apodado Robin Hood, que fue captado por una banda chilena que se dedicaba a explotar cajeros.

Violinista integrante de una de las bandas dedicadas a explotar cajeros reflexionó sobre lo que hacía y contó el modo en que operaban.

“Es lo peor perder la confianza en algo. El Estado perdió mi confianza porque nunca supo buscar mis soluciones, solamente robó, específicamente a la gente. Entonces me pregunté por qué yo no puedo robar y ellos sí. Cuando lo hice rompí el tejido social y generé, según el Estado, delincuencia. Eso provoca inseguridad. Y eso es lo que quieren, que estés inseguro y distraído por otra cosa que no sea ellos”, dijo el joven en una entrevista realizada por Branden Luis Figarola, en el portal Sala de Redacción, de la Facultad de Comunicación de la Udelar.

“Conectaron dos tanques. Uno de gas acetileno y otro de oxígeno. Uno de ellos metió las puntas de las mangueras en las válvulas. El hidróxido de calcio y acetileno, acompañado por el oxígeno, pasó por los tubos. El gas comenzó a llenar la bolsa de látex, que se infló cada vez más dentro la caja de chapa. La batería conectada y los cables en mano generaron la chispa. La explosión salió del cajero de la calle Francisco Acuña de Figueroa y Treinta y Tres, en el balneario Bello Horizonte de Canelones”, así describió el Robin Hood de la delincuencia, sobre la última explosión en la que participó.

Fue el viernes 2 de febrero a las 3.30 horas. Los integrantes de la banda se fugaron en tres vehículos y tomaron rutas diferentes. En una camioneta Hyundai H1 iba Robin Hood junto a otro compañero. La policía los interceptó suponiendo que tenían el dinero pero el botín se había escapado por otro camino que los oficiales desconocían. Ese fue el fin de las explosiones a cajeros para los dos autores del robo que fueron arrestados.

“Ustedes son ladrones de guante blanco, les dijo uno de los policías que los trasladaba a la Cárcel Central y, agregó: “La hicieron muy bien. Ya los estábamos esperando”. Esa frase quedó grabada en su memoria.

El individuo, preso en el ex Comcar, discrepa con aquellos ladrones que cometen rapiñas y lastiman a la gente por pocos montos de dinero, ya que “si te agarra la policía, te procesan y te condenan por años”. Aseguró: “Yo no me mancho las manos, ni con sangre ni con tinta. Me considero un Robin Hood por así decirlo”.

El entrevistado se describe como una amable persona y con buenas intenciones, y habló de su intención de no dañar a ninguna persona. Su fin era robar.

Recordó que todo comenzó en la rambla de Parque Rodó donde conoció gente que tenía la idea de estallar cajeros automáticos. Los coordinadores de la banda, de nacionalidad chilena, le dijeron que era inteligente y que tenía facilidad nata para organizar los equipos. Lo convencieron de que podía ser millonario, lo unieron a la banda y entre 15 personas invirtieron en materiales, herramientas y transporte para realizar los atracos.

Los roles eran rotativos y diversos. Algunos cerraban las calles para imposibilitar la circulación, otros asistían al que instalaba el equipo. También, estaban los que inventaban rutas de escape y el que limpiaba las huellas, además de otras tareas. La comunicación entre ellos era por celular a través de auriculares. No era parte de la “Banda del gas”, ellos eran “amateurs”, señaló al periodista de Sala de Redacción.

A veces no salía todo como planificaban, hubo ocasiones en las que fracasaron al intentar explotar los cajeros y también hubo oportunidades en las que no se pudieron llevar el dinero, por la velocidad que se movían.

Actualmente, está cumpliendo su pena de tres meses en la Unidad Nº4 Santiago Vázquez junto a asesinos y violadores. Allí no saben su nombre, pero lo respetan. “A los ladrones de verdad se los respeta. Son los que se roban millones, como yo”, dijo riéndose.

Pide estar en un lugar “decente” y entre los suyos, los ladrones. Culpa de su procesamiento al Estado. Él fue detenido por hurto sin arma de fuego y no tenía antecedentes. Sus otros compañeros, que fueron arrestados y procesados tienen condenas más largas y hasta pedidos de deportación para seis de ellos.

En su círculo cercano nadie sabía lo que hacía por las madrugadas. Todavía tiene “plata de otros hurtos explosivos”, afirmó. Contó que se llevó cinco mllones de pesos con su equipo de un cajero que queda en Paysandú y Ejido. A partir de ese momento, decidió depositar su parte del monto en algún lado desconocido.

Él no volvería a explotar cajeros, aunque tiene muchas ofertas de trabajo que le prometen lo mismo que el anterior: millones de pesos. Pero quiere disfrutar de la libertad. Cuando cumpla su condena piensa comprarse un auto y ser conductor de Uber, tocar el violín y ponerse en buen estado físico.

ECOS

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