«Los niños no están listos para tener cuentas en redes sociales ni para comprender la complejidad de los vínculos online», decían en la carta. Con Messenger Kids, la empresa abre un nuevo espacio para niños supuestamente seguro. ¿Pero lo es?
A fines de esta década, unos 725 millones de niños de entre 8 y 12 años en todo el mundo tendrán actividad online, según un reciente informe del Instituto DQ, un think tank público-privado que trabaja junto al Foro Económico Mundial. En el mismo se asegura que hoy el 56% de los niños que tienen actividad online están expuestos a riesgos de grooming, amenazas sexuales, bullying y otros. En Uruguay, se dice, se trata del 66% de los niños de esas edades y en Argentina del 73%. La pregunta que surge ante estas alertas es si es bueno o malo que los niños tengan vida y, sobre todo, exposición digital.
Hay varias posturas. En EEUU, un grupo de pediatras, psicólogos y médicos afirmaron que es altamente negativo y por eso enviaron una carta a Mark Zuckerberg para que cancelase el lanzamiento de Messenger Kids. Esta es una aplicación de mensajería exclusivamente para niños, que permite hacer videochats y ofrece accesorios como stickers y máscaras para que jueguen, al mismo tiempo que todo funciona con la condición de que sea aprobado y monitoreado por los padres. Con Messenger Kids, Facebook se convierte en la primera de las principales redes sociales en lanzar una aplicación específica para niños menores de 13 años.
Un repaso rápido a los ránkings de aplicaciones más utilizadas por niños y adolescentes muestra que Facebook no está entre las favoritas. Sí aparecen WhatsApp, Instagram, la ascendente Musical.ly (con la que se graban y comparten videos en karaoke), Live.ly (que permite emitir videos en vivo), Kik (mensajería), Snapchat (para compartir videos breves que se borran en 24 horas) y Whisper (con la que se publican confesiones junto a imágenes). De todas esas, solo WhatsApp es para todo público. Para registrarse en las demás, los menores de 13 años deben mentir sobre su edad, cosa que suele sucede con el conocimiento de los padres.
«Está asumido que los chicos empiezan a participar en redes sociales tempranamente y que esa edad de 13 años es arbitraria y no condice con el deseo de los chiquilines de jugar», dijo el psicólogo Roberto Balaguer, referente en el área de estudios sobre el impacto de las nuevas tecnologías.
En una encuesta realizada en 2017 por Facebook y National PTA (uno de los grupos consultados por Facebook mientras construían Messenger Kids), tres de cada cinco padres estadounidenses admitieron que sus hijos menores de 13 años usaban aplicaciones de mensajería y/o redes sociales.
Matías Dodel, licenciado en sociología y coordinador del Grupo de Investigación Uruguay, Sociedad e Internet de la Universidad Católica, reflexionó: «Muchos padres no son tan conscientes de lo que
pasa».
Para usar Messenger Kids, los niños deben obtener la autorización de un padre (a través de su cuenta de Facebook) para inscribirse y agregar cada contacto nuevo. Sin embargo, la aplicación también tiene algunas de las características clásicas de Messenger. Por ejemplo, si le envía un mensaje a un contacto en Messenger Kids puede saber si la persona está conectada o cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que se conectó. También le indicará si la persona a la que envió un mensaje ya lo ha visto. Ese tipo de información puede causar ansiedad. Y el hecho de que los niños se acostumbren a comunicarse constantemente es uno de los mayores motivos de preocupación de quienes firmaron la carta.
El texto advertía: «Animar a los niños a tener a sus amistades en internet interferirá con las interacciones cara a cara y el juego, las cuales son cruciales para desarrollar habilidades de desarrollo saludables, incluida la capacidad de leer las emociones humanas, retrasar la gratificación y relacionarse con el mundo físico».
Dodel señaló: «Si le creás una cuenta en algunas redes a tu hijo, podés monitorearlo más. Por ejemplo, en Facebook podés ver quiénes son sus amigos, las cuentas a las que accede. Tal vez sea mejor que los padres sepan a que no sepan».