Costó US$ 660 mil, se encuentra abandonada.
En abril del año 2014, el gobierno del expresidente José Mujica inauguró la primera microdestileria del país, que se construyó a pocos kilómetros de nuestra ciudad, en el predio del Centro de Rehabilitación “Pintado Grande”, en el kilómetro 141 de la ruta 30.
El proyecto presentado por ALUR, que tuvo el apoyo de la Intendencia que en esos momentos era encabezada por la actual senadora Patricia Ayala y de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), fue pensado como un plan piloto con proyección para ser extendido a otras zonas del país.
Según informó el portal de Presidencia en ese entonces , la iniciativa permitirá insertar, en la fase agrícola, a las personas privadas de libertad y reconvertir a pequeños productores de tabaco en una iniciativa alineada a las metas de la política energética en diversificación y soberanía.
El emprendimiento iba según las mediciones del gobierno a producir 1.000 litros por día que se transportarian a la planta de Bella Unión, donde se pensaba hacer el trabajo de deshidratación para su posterior mezcla con las naftas.
De este modo, los boniatos serian utilizados para la producción de energía, alimento humano y, además, permitirán generar alimento animal como subproducto.
Productores de Artigas consultados por El Observador hace algún tiempo durante un informe especial explicaron que el emprendimiento fue inviable desde el primer momento al necesitarse 7 kilos de boniatos por cada litro de etanol que se obtendría, lo que elevaría los costos a niveles “insostenibles”.
Debido al fracaso de ese proyecto, ALUR decidió “pasar a pérdida” lo invertido en la planta que hoy luce abandonada