El pánico se apoderó en la noche de ayer de una concurrida zona del Buceo. Dos delincuentes que venían dando pequeños «golpes» en la zona se jugaron por un supermercado. Perdieron.
La dupla conformada por padre e hijo, según confirmaron policías en el lugar de los hechos, ingresó ayer al Devoto de Rivera a media cuadra de Luis Alberto de Herrera.
La Policía recibió la señal de alarma poco antes de la hora 19:45. Rapiña en proceso. Los primeros patrulleros llegaron enseguida. Los asaltantes llevaban entre siete y ocho minutos dentro del local.
Desde la vereda, los efectivos vieron a un joven y le hicieron seña de que saliera. Salió y lo agarraron, según dijeron efectivos que participaron en el procedimiento.
En eso, su padre, que estaba adentro del comercio, tomó del brazo a una cajera. Apuntó a la cabeza de la empleada con un poderoso revólver calibre 357 Magnum y gritó: «suelten al gurí porque la quemo». Los policías accedieron y el joven huyó despavorido.
Logró tomar un taxi pero lo atraparon enseguida cerca del Montevideo Shopping puesto que el conductor se enteró que su pasajero venía de un asalto y optó por bajarse y dejar al delincuente encerrado dentro de su vehículo.
Pero todavía faltaba la peor parte. El intento de rapiña se había convertido en una negociación con una empleada de rehén en el medio.
Los policías apuntaban con sus armas al asaltante y lentamente el delincuente se fue corriendo desde la puerta del supermercado hacia Luis Alberto de Herrera. Arrastró a la jovencita mientras decenas de efectivos lo seguían y le gritaban «soltala, soltala».
En la esquina se detuvo. Se recostó ante la vidriera de una farmacia. Allí estaba el comisario Álvaro García, el jefe de patrullaje de la zona. Comenzó una rápida negociación ante cientos de personas que pasaban por el lugar.
Todo el diálogo se produjo mientras el delincuente no soltaba a la rehén. A los gritos pedía que le trajeran un taxi para huir. García le ofreció su vehículo personal. El asaltante aceptó. Subió al auto mientras los policías le exigían que liberara a la chica y él se negó.
El comisario le siguió hablando. Con la charla lo obligó a mirarlo de frente mientras otro policía sigilosamente se acercaba por el otro lado.
En pocos segundos el efectivo que venía por detrás evaluó dispararle al delincuente, según supo El País. Era un tiro preciso, casi a quemarropa. Al final desistió porque en la trayectoria de su bala estaba la rehén. Optó por enfrentarse al rapiñero con sus propias manos valiéndose del factor sorpresa.
Se le tiró encima. Mientras forcejeaban, sus compañeros lograron rescatar a la jovencita. El delincuente efectuó un disparo desde adentro del vehículo que destrozó el vidrio de una ventanilla y pasó muy cerca de la cabeza del comisario García.
Finalmente, los policías lograron reducir al delincuente. «La señora está bien», gritó un policía. El público estalló en aplausos e insultos contra el delincuente detenido.
De inmediato, la mujer fue trasladada a un centro asistencial en medio de una crisis nerviosa. Al cierre de esta edición se supo que felizmente la joven no presentaba lesiones.
Los policías detuvieron al asaltante y de inmediato lo trasladaron a una comisaría. Se estima que en esta jornada será remitido a la Justicia Penal.
Tras el incidente los efectivos policiales celebraron. García hace 27 años que está en el instituto policial y nunca se había enfrentado a una situación similar. Otro tanto sucede con el resto de los uniformados que tuvieron que actuar tanto en el asalto como en la liberación de la rehén.
«Todo esto fue un milagro, podría haber muerto la chiquilina, alguno de nosotros o el propio delincuente. Hubo una detonación que no dio en el blanco y logramos detener a los asaltantes. Un operativo perfecto», resumió a El País un oficial de la Policía.
Negociación.
La esquina de Rivera y Luis Alberto de Herrera se vio conmocionada tras una rapiña a un supermercado que terminó con una cajera como rehén. El comisario Álvaro García (derecha) fue una figura clave para negociar con el delincuente. Con la rehén en sus manos, el asaltante le pidió un taxi a lo que el comisario se negó pero le ofreció su propio coche. Mientras el delincuente entraba en el auto (arriba), otros policías lo sorprendieron y lograron reducirlo.