Productoras de Rocha investigan y plantan hierbas aromáticas para elaborar aceites esenciales y jabones
Con el grupo “El jardín de las abejas”, siete mujeres productoras de Rocha se presentaron al Llamado “Somos Mujeres Rurales”. Empezaron plantado verduras a campo, luego construyeron dos invernáculos y finalmente decidieron ampliar la propuesta con el fin de plantar hierbas aromáticas para destilación. Con esta última idea se presentaron a la segunda edición del Llamado “Más tecnologías para la producción familiar” en conjunto con el Centro Universitario Región Este (CURE) y el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA).
Cecilia Paseyro, una de las productoras integrante del grupo destinó 3 hectáreas de su predio, que queda en el km. 18 de Ruta 15, entre Rocha y La Paloma, para la producción. Comenzaron plantando zapallos a campo, boniatos y maíz. Fue un verano muy seco y, como no tenían cinta de riego, debían regar dos hectáreas con mangueras y regadoras. Luego pudieron terminar de poner nylon a un invernáculo que tenían en el predio y construir uno nuevo de 250 metros cuadrados. “Nos proponíamos plantar aromáticas porque nuestra intención siempre había sido investigar sobre aceites esenciales y tener algo de horticultura viendo la posibilidad de vender en verano, ya que estamos muy cerca de los balnearios de Rocha, con la intención de juntar dinero para comprar un destilador”, cuenta Cecilia.
Cuando surge el segundo llamado del “Más Tecnologías” se presentan tomando como base una investigación que el INIA había hecho sobre aromáticas, e invitando al CURE a participar. Para ello definieron dos campos de acción: realizar una investigación sobre el timol, que se obtiene a partir del orégano o del tomillo (el timol es un aceite que en otros países ya se usa para el control orgánico de la varroa, que es un ácaro que ataca a las abejas) y, por lado, hacer una investigación en especies nativas que tienen valor ornamental y que además tienen una floración muy perfumada, con la idea de hacer jabones y aceites para en un futuro ofrecer a los turistas y a los hoteles con una marca propia. Para este caso tomaron el cedrón de monte. Tienen plantados 400 cedrones que van a ser llevados a campo en primavera. También piensan estudiar una salvia de campo, que ya empezaron a plantar.
“El llamado Somos Mujeres Rurales nos sirvió un montón porque fue la única forma de poder construir el invernáculo. Nos sirve porque nos unió más como personas, para poder trabajar en conjunto y tener algo de dinero, para continuar con nuestra idea inicial, de hacer hierbas aromáticas para destilación. Esto nos ha servido para poder empezar”, cuenta Susana Otero, otra de las integrantes del grupo.
“El llamado Más Tecnologías nos permite comprar un destilador industrial de 300 litros, uno muy parecido al que tiene el INIA, para ponerlo en el campo y empezar a trabajar, previas formaciones con el INIA y el CURE”, agrega Cecilia.
La idea es valorar el recurso fitogenético que significa la flora nativa, con un uso comercial que permita a las mujeres un mayor ingreso: “Lo que pasa en nuestra zona es que las mujeres de campo abandonan en la temporada el campo para irse a buscar trabajo en la playa. Esa es la realidad. Atrás de ellas van los hijos y así terminan mudándose todos. De esta manera buscamos arraigarlas, visualizar qué tienen, qué nace naturalmente, qué se puede implantar y desarrollar el oficio de yuyeras y hacer la recolección sin competir con el rubro principal que pueda tener el establecimiento en el que viven. Esa es la idea, a partir de nuestro ejemplo sumar a otras mujeres que de repente puedan hacer sólo el trabajo de juntar, acopiar y pasarnos a nosotras”, dice Cecilia.
“Estamos muy contentas, es bastante nuevo el trabajo, si bien nosotras nos conocíamos de antes y habíamos trabajado, es la primera vez que tenemos un emprendimiento comercial, con todo lo que eso implica: dónde invertir, cómo, en qué plazas…”, agrega.
“Seguimos trabajando también en el invernáculo. Ahora estamos viendo qué plantar”, comenta Susana. Las verduras producidas se utilizan para el consumo pero además se venden en pequeños comercios de la zona y en restaurantes. En verano se vendió mucha lechuga, tomate, albahaca y perejil.
“Yo vengo de una base como apicultora, meter la mano en la tierra no era lo mío, pero me gusta. Somos siete compañeras bien diferentes, cada una aporta y es un ejemplo para otras mujeres, de que se puede hacer. Sin trabajo no hay nada”, concluye Cecilia.
MGAP