«Si el Gobierno roba, ¿por qué no podemos comprar gasolina robada?»

Dentro del estado de Puebla se conforma el conocido como Triángulo Rojo, un conjunto de municipios -entre ellos Quecholac, Acatzingo y Acajete- en los que el robo de ductos se ha convertido en un jugoso negocio. La aceptación de esta práctica es tal en las comunidades de la región que ha quedado reflejada en la cultura popular. Ejemplo de ello son corridos como “Del Triángulo Rojo”, de la agrupación Nato y los Huachix, o la canción “La cumbia del huachicol”, de Tamara Alcántara.

 

Con precios inferiores a los 7 pesos por litro, la gasolina de los llamados huachicoleros -que roban combustible para luego venderlo- es un atractivo para muchas personas del centro de México, que alimentan un negocio que, según expertos, las autoridades dejaron crecer “irresponsablemente”.

Dentro del estado de Puebla se conforma el conocido como Triángulo Rojo, un conjunto de municipios -entre ellos Quecholac, Acatzingo y Acajete- en los que el robo de ductos se ha convertido en un jugoso negocio.
Diana (nombre ficticio para proteger su identidad), quien acude regularmente a Ciudad Serdán para comprar gasolina a unos huachicoleros, reconoce que lo que hace “no es algo legal”, pero argumenta que le beneficia ahorrar en gasolina porque su sueldo “no es el mejor”.

 

“Al principio no quería (comprar), pero al darme cuenta de cómo se maneja el Gobierno, que ellos sí pueden robarnos… yo sé que lo que hago es un delito, pero también ellos lo cometen”, explica a Efe, agregando que no es “una justificación” y que en realidad no se debería hacer, pero que también ayudaría si hubiera mejores condiciones laborales.
A principios de noviembre, podía encontrar la gasolina premium por 5 pesos el litro, y actualmente está a 7 pesos, un 61.5 por ciento por debajo del precio de ese tipo de combustible en las estaciones de servicio.

Tiene que recorrer para llegar hasta el lugar -que va cambiando- unos 260 kilómetros. “A pesar de la distancia sí compensa”, ya que a veces llega a comprar “hasta 100 litros”, señala.

No cualquiera puede comprar combustible a los huachicoleros, cuenta, se necesita ir acompañado de alguien de confianza. En caso contrario, ellos niegan tener gasolina para vender.

Diana sospecha que los también llamados chupaductos cuentan con la complicidad de las fuerzas de seguridad, porque “están muy tranquilos”.

 La primera vez que fue a comprar, hace aproximadamente seis meses, les preguntó a los vendedores si habría problemas con los policías y ellos le contestaron que su negocio “era muy seguro”.

Ello no quita que se ponga inquieta cuando abandona el lugar: “Cuando voy de regreso con el combustible voy muy tensa, muy nerviosa, a veces pienso que no vale la pena”.

La aceptación de esta práctica es tal en las comunidades de la región que ha quedado reflejada en la cultura popular. Ejemplo de ello son corridos como “Del Triángulo Rojo”, de la agrupación Nato y los Huachix, o la canción “La cumbia del huachicol”, de Tamara Alcántara.

Asimismo, el pasado año se popularizó una imagen del “Santo Niño Huachicolero”, una figura del niño Jesús con un garrafón de gasolina que fue criticado por el arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez, quien dijo que es “una distorsión de la devoción”

De acuerdo con datos de Petróleos Mexicanos (Pemex), el robo de hidrocarburos en Puebla, uno de los estados en los que este delito golpea con más fuerza, aumentó en 2015 un 134 por ciento respecto al año anterior.

El experto en seguridad pública Guillermo Alberto Hidalgo señala a Efe que el robo de combustible se lleva dando desde hace años y “se dejó crecer de una manera irresponsable”, hasta llegar a ser un negocio de los pueblos inmiscuidos en la región.

Asegura que hay niños que cobran hasta 12 mil pesos -más que su familia junta- por ser halcones (vigilantes), mientras que los adultos pueden recibir hasta 30 mil pesos.

“Es difícil que quieran dejar esos ingresos”, subraya el también rector del Instituto Mexicano de Investigación y Desarrollo en Ciencias Policiales.
La proliferación del negocio de venta de gasolina robada ha venido de la mano de un “escalamiento en esa área de la inseguridad”, donde la violencia podría aumentar ahora que desde los tres órdenes de Gobierno “están dándole frente” al problema.

El pasado miércoles, cuatro soldados y seis civiles murieron en un enfrentamiento con presuntos huachicoleros en el poblado Palmarito.

El gobernador de Puebla, José Antonio Gali, dijo hoy que se reforzará la presencia del Ejército en la región con la llegada de 2 mil soldados.

A mediados del pasado marzo, Gali confirmó a medios locales que desde la Fiscalía están investigando a las autoridades de los municipios del Triángulo Rojo para ver “si no hay alguien más coludido con esta cuestión de robo de combustible”.

Este comentario lo hizo después de que el Alcalde del municipio de San Antonio Atzitzintla, José Isaías Velázquez, fue detenido en un operativo para desarticular una célula del cártel de los Zetas vinculado con este delito.

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