El Diputado nacionalista Jaime Trobo es uno de los políticos de nuestro país más preocupado por lo que está pasando en Venezuela, condenando al gobierno de ese país con especial énfasis.
Uno de sus argumentos es el atraso en el calendario electoral venezolano, que postergó para este año las elecciones regionales que debieron realizarse en diciembre de 2016. Su discurso presenta al Presidente Maduro como un dictador que le niega a su país el derecho a expresarse en las urnas, como si fuera Maduro quien impide cumplir con el calendario electoral correspondiente.
Ese argumento cae apenas uno se informa de cómo son las cosas en la República Boliviariana de Venezuela. En ese país además de los tres clásicos poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, existen otros dos: el Poder Ciudadano y el Poder Electoral. Cada uno de ellos es totalmente autónomo e independiente en su jurisdicción, por lo que no sería justo responsabilizar, por ejemplo, al Poder Legislativo por acciones que dispone el Poder Ejecutivo ni viceversa, cuando cada uno actúa dentro de sus competencias constitucionales.
Sin embargo Trobo imputa a Maduro una decisión que es responsabilidad del Poder Electoral. Claro, basa su afirmación en la supuesta funcionalidad del Poder Electoral que según él, obedece a los intereses del chavismo, aplicando la vieja práctica de gritarle “¡vendido!” al Juez desde la tribuna de una cancha de fútbol, cuando el árbitro toma decisiones que no le gustan a una hinchada.
Y hablando de fútbol, viene al caso recordar la alteración en el calendario electoral uruguayo que se registró en el 2014 cuando el mundial de este deporte se disputó en Brasil. Jaime Trobo, este mismo señor tan preocupado por el cambio de fecha en las elecciones regionales de Venezuela, fue uno de los promotores del cambio de fecha en las elecciones internas en Uruguay.
Resulta interesante leer lo que dice el texto de la iniciativa firmado por Trobo en aquella oportunidad: “El país se volverá a detener y no habrá tema más importante que el deporte nacional representado por ´la celeste´. Debatir y decidir sobre el futuro de los partidos políticos, sus candidatos y el país en esos días, no tiene oportunidad”.
Esta iniciativa terminó alterando el calendario electoral uruguayo. Fue aprobada por 66 votos en la cámara de representantes, alcanzando apenas los dos tercios que exige la Constitución para decisiones de tal importancia. Hubo 33 Diputados que no estaban en sala al tiempo de votarse la iniciativa, por lo que podemos presumir que no la apoyaban. En el Senado también fue ajustada la decisión: 23 votos a favor en 24 presentes, ya que 7 Senadores estaban ausentes, por lo que también podemos presumir su desacuerdo. El Senador colorado Alfredo Solari, fue el único parlamentario que votó en contra. Dijo en sala: “No podemos manipular las fechas de las elecciones. Desde el punto de vista institucional, considero que lo más importante es el mantenimiento de todo el proceso electoral tal como está establecido.” (Fuente: LAS ELECCIONES INTERNAS DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS, Análisis de la Ley 19.005, de Jean Paul Tealdi, publicado en la REVISTA DE DERECHO PÚBLICO – AÑO 22 – NÚMERO 43 – AGOSTO 2013)
Hoy es llamativo que uno de los promotores de lo que Solari llamó “manipular las fechas de las elecciones” en Uruguay, esté tan afligido por un cambio de fecha en un país que atraviesa una emergencia político/institucional tan fuerte como la que todos podemos observar en Venezuela. Ello con el agravante de acusar al titular del Poder Ejecutivo de ese país de ser el responsable de este cambio que fue decidido por otro de los cinco poderes con que cuenta esa República.
Jaime Trobo, no es la persona indicada para opinar de cambios de fecha de elecciones en otros países. Haría él un aporte mucho mayor a la solución de los problemas institucionales que padece Venezuela, exhortando a la oposición a cesar las acciones de violencia en las calles y a respetar la Constitución de la República.
Pero también sería bueno verlo preocupado por otras situaciones irregulares en materia electoral que se registran en la región. Por ejemplo, en Colombia el gobierno pretende desconocer el veredicto popular de un plebiscito realizado hace pocas semanas en Cajamarca, donde el 98% de los habitantes votaron contra la minería a cielo abierto. En lugar de acatar la voluntad ciudadana tan abrumadoramente expresada en las urnas, el gobierno intenta salvar proyectos aprobados a espaldas del pueblo con la excusa de que la consulta no tiene validez retroactiva, lo cual es un fraude electoral. ¿Por qué Trobo no está interesado en lo que pasa en Colombia y solo ve irregularidades electorales en Venezuela?
También debería preocuparse porque se respete el plebiscito en el que más de un 65% del pueblo uruguayo, votó a favor del rechazo de la ley de Empresas Públicas. El fraude electoral que trampea esa voluntad soberana está a la vista con el proceso de privatizaciones que continúa al día de hoy, sin que Trobo reclame respeto por lo que dijeron las urnas aquel histórico 13 de diciembre de 1992.
No puedo evitar llegar a la conclusión de que el interés de Trobo no es que se respeten los calendarios electorales y los resultados de las consultas populares. Tampoco le interesa contribuir a una salida pacífica y democrática de la crisis venezolana. Bajo su disfraz de bombero, está el verdadero fogonero que es.
Aníbal Terán Castromán