Muñeca espía

La tecnología que tiene la muñeca ofrece un radio de conexión de más de 10 metros para otros dispositivos con la misma tecnología. Con un smartphone y el micrófono, un extraño podría usar la muñeca para escuchar y hablar con el niño sin tener acceso físico al juguete.

El organismo regulador de las telecomunicaciones alemán (Bundesnetzagentur) ha prohibido la venta de My Friend Cayla, una muñeca interactiva con conexión a Internet que, según los expertos, expone a los niños a varios peligros, incluyendo el espionaje, la interacción no monitorizada con desconocidos y la explotación comercial de sus conversaciones por parte de las empresas que lo fabrican.

E l presidente de la Bundesnetzagentur, Jochen Homann, ha llegado a decir que los padres que ya hayan comprado la muñeca deberían destruirla de inmediato.
“Aquellos objetos que esconden cámaras o micrófonos con conexión que pueden transmitir datos de manera inadvertida ponen en peligro la privacidad de las personas”, aseguraba Homann el viernes pasado. Especialmente cuando se trata de menores, “los miembros más vulnerables de nuestra sociedad”. Homann fue el secretario del Ministerio Federal de Economía y Tecnología hasta 2012.

La muñeca interactiva Cayla esconde un micrófono interno, un sistema de reconocimiento de voz y una conexión a Internet por tecnología Bluetooth que se controla, hasta cierto punto, a través de una aplicación. La muñeca escucha y contesta a su pequeño interlocutor ofreciendo información sobre sus gustos, su familia y algunas experiencias que relata.

Las preguntas que no sabe contestar las busca en Internet. Por ejemplo, si una niña pregunta cómo se llama el hada de Peter Pan, la muñeca lo buscará y contestará: Campanilla.

 

VULNERABLES A LOS HACKERS Y AL MARKETING

La tecnología Bluetooth que tiene la muñeca ofrece un radio de conexión de más de 10 metros para otros dispositivos con la misma tecnología. Con un smartphone y el micrófono, explicaba Homann, un extraño podría usar la muñeca para escuchar y hablar con el niño sin tener acceso físico al juguete, incluso separado por varias paredes. Evidentemente, la conexión a la Red ofrece otras oportunidades para acceder al niño sin permiso ni conocimiento de sus padres o tutores.

Pero aún; la empresa que proporciona el software de reconocimiento de voz se reserva el derecho a registrar las conversaciones del niño y compartir esa información con terceros. Un estudio realizado por el Consejo de Consumidores Noruego (Forbrukerradet) acusa a Nuance Communications, especializada en tecnologías de reconocimiento de voz, de violar las leyes que protegen la intimidad del menor escuchando y explotando sus conversaciones.

También advierten que la muñeca introduce sutiles recomendaciones publicitarias, de productos vinculados a las empresas que la fabrican, como otros juguetes o películas de ciertas productoras. El estudio incluye otros juguetes que usan el mismo software, como Hello Barbie y el Robot inteligente i-QUE.

 

PENDIENTE DE INVESTIGACIÓN EN ESPAÑA

Por estos motivos, a finales de 2016 la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) denunció los graves fallos de seguridad de los tres productos, interpelando a las autoridades para que los investigaran.

En consecuencia, la Agencia Española de Protección de datos inició actuaciones previas de investigación “ante la preocupación señalada por organizaciones de consumidores, a nivel nacional y europeo, y las noticias aparecidas en los medios en relación a la comercialización de productos orientados al mercado infantil conectados a Internet y que potencialmente recogen datos personales de menores, como audio e imagen”. Otros países que han empezado investigaciones son Francia, Suecia, Grecia, Bélgica, Irlanda y Holanda. En España, la muñeca Cayla se puede comprar por 89,95 euros en jugueterías y establecimientos como El Corte Inglés.

Hasta sacar sus conclusiones, la AEPD hace unas recomendaciones básicas para aquellos padres que quieran comprar juguetes conectados, como “comprobar si pueden captar la voz o la imagen de los menores y dónde se almacena esa información”. También aconsejan “revisar la política de privacidad para consultar qué permisos se están concediendo y a quién sobre esos datos”.

 

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