El otro veneno que esconde la Cocaína

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Seis de cada 10 muestras de la cocaína incautada en Uruguay tienen levamisol, un antiparasitario que está prohibido para consumo humano y que produce graves lesiones en la piel. Esta y otras sustancias adulterantes se agregan a la droga para potenciar el efecto y abaratar los costos.

Cuando tenía nueve años, Juan Pablo Escobar sintió la voz de su padre que le decía: «Vamos a hablar de drogas». Ambos se reunieron en una habitación de la hacienda Nápoles, una gigantesca propiedad rural que había mandado a construir el jefe del cártel de Medellín y que albergaba a más de 1.500 especies animales. Sobre una mesa, Pablo Escobar (padre) había colocado todo tipo de sustancias y le fue enseñando a su hijo los nombres, composición y consecuencias de cada una. Antes de que el pequeño le preguntara, El Patrón le aclaró: «Si en algún momento te salta la curiosidad de que quieres probar, no lo hagas con tus amigos porque no sabes qué te pueden ofrecer. No está regulado y te pueden vender veneno».

Han pasado 31 años de aquella anécdota —que se lee en el libro Pablo Escobar, mi padre, y que el propio protagonista contó hace poco en una entrevista con El País— y poco ha «mejorado» en la pureza de la droga. La cocaína inhalable, sobre la que estableció buena parte de su imperio Pablo Escobar, sigue siendo un polvo blanco, un poco más brillante que la harina y la maicena, que según los análisis de laboratorio tiene menos de la mitad de su composición basada en el extracto de la hoja de coca. El resto puede que sean diluyentes que buscan aumentar el volumen de la droga —carbonatos, azúcares, yeso y almidón— o adulterantes que intentan potenciar los estímulos.

Hasta ahí nada nuevo, pero uno de estos aditivos puso al sistema sanitario uruguayo en alerta este último año: el levamisol. Se trata de un antiparasitario que desde el año 2000 solo está indicado para uso veterinario y prohibido para consumo humano. En 2013 fue hallado por primera vez en la cocaína (clorhidrato) incautada por la Policía uruguaya, pero sus consecuencias en la salud recién se reportaron por primera vez en mayo del último año.

Desde su detección, el Departamento de Toxicología de Facultad de Medicina ha comprobado clínicamente la intoxicación con levamisol en al menos tres pacientes del interior del país. El adulterante genera «lesiones muy graves en la piel» por «la oclusión de pequeños vasos sanguíneos que causan una necrosis (una mancha oscura por la muerte del tejido vivo)», explica la investigadora Carolina Juanena.

La aparición del primer caso activó una alerta para que los médicos de las emergencias reportasen inmediatamente al Departamento de Toxicología ante la presencia de «manchas» en las piernas, nariz, mejillas u orejas de pacientes que habían consumido cocaína.

Esas consultas en las emergencias, dice Juanena, «son la punta del iceberg de un proceso que lleva a la cirugía plástica y la colocación de injertos de piel». Previo a las lesiones «es muy difícil saber si hay presencia de levamisol porque no hay distinción a simple vista», explica la investigadora.

La causa.

Según un reporte del Observatorio Interamericano sobre Drogas, «la cocaína logra sus efectos psicoactivos mediante el aumento de las concentraciones de dopamina en los centros eufóricos del cerebro, y los estudios en animales han encontrado que el levamisol también aumenta los niveles de dopamina en estas regiones». Por tanto, puede que los productores o proveedores de la droga incorporen el antiparasitario para potenciar el efecto.

La cocaína que se vende en Uruguay es producida principalmente en Bolivia, dice Walter Menéndez, director de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas. Según el policía, «todo hace pensar que los adulterantes se adhieren en el inicio de la cadena o en pequeñas cocinas de Brasil y Argentina». Al menos en los últimos años no se han encontrado «laboratorios» en Uruguay. «Lo único que hemos localizado», dice, «son polvos para aumentar el gramaje en la pasta base».

Del total de la cocaína inhalable incautada en los últimos tres años, el Instituto Técnico Forense comprobó que en seis de cada 10 muestras había presencia de levamisol. Por su parte, el Instituto Clemente Estable halló el adulterante en el 6% de las muestras que analizó de cocaína fumable (pasta base). Aun así, en esta última droga los adulterantes más frecuentes son la fenacetina, la cafeína y la aminopirina. En la marihuana que llega desde Paraguay «no se han detectado adulterantes», señala Menéndez, y aclara que en esta sustancia «el problema de calidad es que el prensado viene con raíces, otras plantas y todo lo que el campesino encuentra en la vuelta».

Para el antropólogo Marcelo Rossal, la adulteración de las drogas responde a una «búsqueda de maximizar ganancias». Por un lado, se intenta que la sustancia sea más «adictiva» y, por otro, se trata de abaratar costos para apaciguar el riesgo que tiene un negocio ilegal. Ese «temor» a que la mercadería sea decomisada hace que los narcotraficantes estén cambiando las rutas de ingreso al país y variando el volumen que transportan.

La marihuana está entrando por la frontera de Rocha y Cerro Largo, según reveló El País hace dos semanas. La cocaína va alternando: suele ingresar también desde Brasil, aunque la pasta base llega más por Argentina. De hecho, hace un mes la Policía porteña detuvo a un uruguayo que intentaba traficar 70 kilos de cocaína hacia Uruguay. Se trata del esposo de una uruguaya que había sido procesada por narcotráfico.

Rossal cuenta que la cocaína es una de las drogas más rentables. Si bien su consumo en Uruguay es mayormente experimental —el 6,8% de los mayores de 15 años la ha probado alguna vez en la vida, pero solo el 0,6% la consumió en el último mes—, su precio es de los más elevados para una travesía que implica el viaje de Bolivia hasta Montevideo. La Policía comprobó que el kilo de cocaína se está vendiendo en el país a US$ 6.500, pero este mes encontraron que en Punta del Este el gramo llega a costar US$ 26 ($ 750).

La zafra.

La cocaína es un droga cuyo consumo es «estable» durante el año, informa la Junta Nacional de Drogas. Sin embargo, durante el verano es cuando más aumentan las consultas a las emergencias por intoxicaciones con sustancias psicoactivas, sobre todo en Maldonado.

En las primeras dos semanas de este enero, el Departamento de Toxicología recibió más de 10 consultas por intoxicaciones con drogas, mayormente con nuevas sustancias de síntesis, cuenta Juanena.

Ese aumento de intoxicaciones estivales también fue comprobado por Federico Valín, jefe de la emergencia del Sanatorio Cantegril de Punta del Este. En los primeros 20 días del año el servicio atendió a 16 intoxicados, 14 de ellos por alcohol y dos por cocaína. En estos últimos casos «se les detectó arritmia e hipertensión».

Las intoxicaciones graves con cocaína, aun sin las lesiones del levamisol, son otra preocupación de los toxicólogos. En el último año hubo al menos 10 pacientes que requirieron de internación en CTI por fallas renales, hipertermia y problemas cardiorrespiratorios causados por el consumo abusivo de la droga, advierte Juanena.

De todas formas, la toxicóloga aclara que no hay que «relacionar el consumo de cocaína con los jóvenes o con las fiestas en el verano». De hecho, la última encuesta de prevalencia de la Junta Nacional de Drogas reveló que la edad de inicio promedio es a los 20 años. Distinto es el caso del alcohol que sí encuentra su pico de intoxicaciones agudas en fiestas y cuyo inicio es a los 17 años —aunque la Junta estima que en los próximos años irá bajando hacia los 14 años.

Lo que más asombra a los médicos en el verano es el aumento, año a año, de las intoxicaciones por drogas de síntesis. Estos psicoactivos, muy asociados a las fiestas electrónicas, «puede que se mezclen con cocaína y alcohol», agravando el panorama, dice Juanena.

Rossal, quien se niega al prohibicionismo y la criminalización de las drogas, aconseja que en este escenario lo más importante es «estar bien informado». El antropólogo suele decirles a sus amigos que si quieren consumir cocaína, lo hagan fuera de Uruguay porque «el levamisol es un veneno».

LAS CIFRAS.

3.

Pacientes con manchas oscuras en la piel, fruto de la muerte de tejidos, atendió el Departamento de Toxicología en 2016. El primer caso fue en mayo y encendió la alarma. Es por la presencia de levamisol.

89,5%

De la pasta base que analizó el Instituto Clemente Estable contenía adulterantes. El más usado es la fenacetina, un analgésico presente en el 76% de las muestras. Le sigue la cafeína que está en el 64%.

16.

Intoxicados por drogas atendió la emergencia del Sanatorio Cantegril en los primeros 20 días de este año. Hubo 14 casos de ingresados por abuso de alcohol y dos con arritmia e hipertensión por cocaína.

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