Los rojos tuvieron flojo debut en la presente Copa Nacional, luego de enfrentar a Cerro Chato en su mítico estadio, sede de las dos Primeras Copas de las Ligas Menores del Centro, paso previo a la Copa Tejera y que recuerda a Manuel Alcides Fuentes, uno de los deportistas emblemáticos de la zona y jugador del Club Nacional de Fútbol de Montevideo. La calle de acceso al estadio ubicado en el departamento de Florida, también lleva su nombre.
Treinta y Tres fue discontinuo en su funcionamiento. Comenzó mejor el local, haciendo uso del conocimiento de su cancha. Corta, con algunas «macollas» que quedan luego del corte del pasto y aprovechamiento de las distancias y confianza. Los auriazules ganaban los rebotes y las divididas en los primeros minutos mientras los rojos, aprendían a controlar el balón que engañaba con sus piques sorpresivos.
Recién sobre los 25′ Treinta y Tres salió del asedio y lanzó un par de veces a Martín Avila, encontrando el hueco entre los zagueros, corpulentos, pero más lentos, entre ellos el histórico Juan Silvera, Campeón con Vergara en el recordado Torneo Juvenil del Este de 1999. Pero fue solo una ilusión, ya que no podía desplegar el fútbol necesario. Había contención en el doble 5, incluso retrasando su posición Nicolás Gutiérrez que de «enganche» tuvo que ir al sacrificio. No pudieron subir los laterales, siempre tapados por los volantes rivales y en el caso del mejor desempeño de Calastretti, «barriendo» la última línea, quedaba demasiado junto a los compañeros y perdía efectividad al quedar «amontonado».
Bien en el manejo de la pelota, cuando enganchaban y se jugaban «el uno contra uno», Artola, el charqueadense Franco Castillo o el por momentos imparable Víctor Martínez. El juego aéreo fue también local, con mejor manejo de los tiempos y «poniendo la bocha», a la altura de la cabeza del compañero, complicando la última línea roja.
La segunda parte parecía que era de encontrar el camino para T. y Tres, pero con el transcurso de los minutos se fueron apagando las intenciones. En lo personal pensábamos que los últimos 20′ minutos iban a ser clave, cuando entrara a tallar el resto físico de cada jugador y se suponía que los nuestros debían de estar mejor. Pero si bien, el desgaste se notó en los delanteros locales que bajaron su rendimiento en despliegue, tuvo luego de un par de cambios, un vendaval de Cerro Chato que encontró cuatro jugadas claras de gol que no se concretaron. Primero, una soberbia atajada con mano cambiada de Jhon Pérez, ante un cabezazo a «boca de jarro», luego un mano a mano contra Castillo que también ataja Pérez y en el rebote Castillo en lugar de «fusilar» quiere «asegurar» y encuentra en el segundo palo la pierna bien ubicada de Marcos Díaz. Por último, otro cruce que encuentra también ubicado sobre la línea al defensa Barrera para impedir la anotación locataria.
Manejar la pelota y sobre todo no perderla en la salida es un arma importante en este tipo de canchas y en una de esas «perdices», Marcos Díaz queda mal parado y tiene que derribar un rival que se iba expreso al arco de Treinta y Tres, siendo expulsado.
El partido se fue sin mayores sobresaltos, con la sensación en Cerro Chato de dejar escapar una oportunidad de sumar de a tres en casa, contra una capital y la preocupación de Treinta y Tres que si bien, recupera algunos jugadores lesionados y con suspensiones del año pasado, deberá mejorar en cuanto a la generación de juego colectivo, para los restantes partidos de la llave.