Al principio muchos estaban desconcertados, hasta que pudieron ver más de cerca estos objetos extraños que resultaron ser los famosos farolitos chinos, también conocidos como globos “de los deseos” o “de la esperanza”.
Se trata de una vieja costumbre de las festividades asiáticas que parece llegar con fuerza a sumarse a las costumbres navideñas por estas latitudes.
Al confirmar que se trata de un fuego que viaja por el aire , es inevitable preguntarse si hay riesgo de que un accidente provoque un incendio, teniendo en cuenta el alto índice de sequedad en pleno verano uruguayo. La respuesta es afirmativa al punto que la Dirección Nacional de Bomberos ha exhortado a no utilizar este tipo de faroles.
En declaraciones publicadas por El Observador en enero de este año, el Oficial Ricardo Píriz expresaba: “Son elementos que se usan en otras partes donde hay nieve. Es bastante ilógico usarlos acá, que es verano, y con el riesgo de incendio en la puerta», agregando que estos faroles “pueden recorrer distancias largas sin apagarse y caer en zonas que pueden incendiarse”, por lo que Bomberos desaconseja su uso. Hay países donde directamente está prohibida su comercialización.
El diseño de estos faroles voladores pretende minimizar la posibilidad de incendios accidentales, ya que se fabrican con material no inflamable, y caen a tierra solo cuando se consume la vela que se enciende al lanzarlos al aire aplicando el mismo principio físico de todos los aparatos aéreos de este tipo, que mediante fuego consumen oxígeno por debajo de la tela que recubre la llama, provocando su elevación.
Los fabricantes afirman que al caer el farol siempre está apagado y cualquier mínimo resto de vela queda cubierto por la tela ignífuga.
Sin embargo, es innegable la posibilidad de un accidente que perfore la tela o haga que esta se desprenda parcial o totalmente, haciendo caer la vela con la llama encendida, lo que puede provocar un incendio.
Es bueno tenerlo en cuenta.