Mario Vargas Llosa no es un periodista independiente que mira la realidad desde un campo neutral. Es un operador mediático que actúa como para ganarse el favor de poderosas organizaciones financieras.
Este hombre de 80 años muy bien llevados, tiene un impresionante currículum como escritor y periodista. Pero también tiene una historia política llamativa. Por ejemplo, en 1983 fue nombrado por el entonces presidente de Perú, Fernando Belaúnde Terry, al frente de la Comisión Investigadora del Caso Uchuraccay, cuya misión era aclarar el asesinato de ocho periodistas que habían viajado a la aldea para dilucidar anteriores masacres en Huaychao, en las que sospechaban que podían estar involucrados integrantes de las Fuerzas Armadas. Es extraño que la comisión presidida por Vargas Llosa no encontrara pruebas para culpar a los militares, porque más tarde una investigación judicial demostraría su implicación en los asesinatos y algunos, como el general Clemente Noel Morán, fueron procesados y condenados a varios años de cárcel. ¿Por qué un hombre con la notable inteligencia de Vargas Llosa se equivocó tan feo en este asunto? Escribe notas para medios como El País de Madrid, que pertenece al mayor grupo mediático de España, el Grupo PRISA, que es propiedad del Liberty Acquisition Holding, cuyos principales accionistas son los estadounidenses Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin. La revista Forbes ha estimado la fortuna de Berggruen en 2.300 millones de dólares, lo que lo sitúa entre los más ricos de USA. Según la revista Business Week, su socio Martin E. Franklin integra 81 consejos de administración de igual número de empresas que operan en 19 rubros industriales diferentes. Es fácil imaginar qué tipo de pregón desean propagar empresarios periodísticos como éstos.
También erró cuando invitó al pueblo peruano a votar por Ollanta Humala, un presidente que será recordado por el retroceso económico y social que experimentó Perú durante su gobierno. España seguramente tampoco le agradece que haya recomendado votar a José Aznar y lo mismo puede decirse de Chile que lo vio apoyar la candidatura de Sebastián Piñera. El Salvador no le agradece tampoco su apoyo al déspota Francisco Flores. ¿Por qué un hombre con la capacidad intelectual de Vargas Llosa apoyó líderes cómo esos? Cuando leemos sus artículos, es bueno que midamos sus palabras desde esa perspectiva que nos da su historia política personal, que incluye un frustrado intento de ser presidente de su país en las elecciones que ganó Alberto Fujimori.
Lo dicho viene al caso porque días pasados publicó una nota sobre Fidel castro. Cuenta su desilusión ante el rumbo que tomó el proceso político al que en principio dice haber aplaudido lleno de esperanza. Afirma que el fracaso de la revolución cubana se ha transformado en una especie de vacuna contra la utopía socialista en general.
Podríamos responder sus dichos, pero sería como intentar hablar sobre alimentación sana con un gerente de McDonald’s, o intercambiar opiniones sobre el cambio climático con un magnate petrolero. O peor, como ponerse a discutir con el pregonero del rey.