Un cilindro de metal inocuo en un jardín al pie de los Alpes italianos, que se come silenciosamente la polución del aire, podría ser parte de la respuesta a la ambición del presidente electo Donald Trump de estimular el empleo de carbón.
Su fabricante, U-Earth Biotechnologies, es parte del puñado de compañías de todo el mundo que buscan combatir los gases de la polución digiriéndolos. El cilindro, de tres metros de alto, forma parte de un proyecto de prueba en Turín, y contiene unas bacterias que pueden consumir las emisiones de escape de los coches, el dióxido de azufre de las plantas de carbón y otras suciedades en el aire. Una de las unidades puede generar una burbuja de aire limpio del tamaño aproximado de un campo de baloncesto, según la cofundadora Betta Maggio.
«En vez de destruir el planeta tirando filtros de máquinas de ventilación, inmovilizamos la polución y la transformamos», ha declarado Maggio.
El proyecto es un ejemplo de los cientos de tecnologías que científicos y negocios están probando como solución a contener la contaminación del aire. Ninguno puede arreglar el problema por sí solo, aunque cada uno puede hacer una contribución. Los pioneros incluyen: una compañía de diseño social en Rotterdam, que está llevando a cabo un proyecto de prueba en China, y una empresa de investigación medioambiental en Berlín que se especializa en la construcción de fachadas que neutralizan químicamente las partículas dañinas del aire.
Los casi 200 países que han firmado el histórico acuerdo de París del año pasado se han centrado en moderar las fuentes de contaminación, limitando las emisiones de combustibles fósiles. Las políticas medioambientales de Trump aún no están claras, pero se ha comprometido a revivir la industria del carbón y retirar las legislaciones que hacen a la industria estadounidense menos competitiva.
Durante la campaña, el magnate denominó al cambio climático como «un bulo creado por China» y se comprometió a salir del acuerdo de París. Esta semana, ha declarado al New York Times que estaba contemplando el asunto con una «mente abierta» y comentó que el aire y el agua limpios son «de vital importancia». Esto sugiere que para la lucha por un planeta más limpio podría ser preciso oscilar hacia el tratamiento de la polución.
«La mejor manera para deshacernos de la contaminación del aire es, en primer lugar, evitarla», ha explicado Timur Guel, analista de la Agencia Internacional de Energía en París. «Pero necesitamos abordarla desde los dos ángulos, tanto la decarbonización como las tecnologías de control de la contaminación. Es un problema verdaderamente urgente».
Existen múltiples tecnologías que filtran los entornos interiores, como oficinas o centros comerciales. Aunque todavía se cuestiona si es realmente posible proveer de aire limpio a gran escala en zonas urbanas en el exterior, y solo podemos empezar a suponer las respuestas gracias a los proyectos de prueba, aún en etapas iniciales.
«El peligro es que estas tecnologías ofrecen a la gente una opción para tratar solo los síntomas de la contaminación e ignorar las causas», ha declarado Tom Burke, presidente del instituto de investigación E3G y ex consejero principal del representante especial de cambio climático de la secretaría de Asuntos Exteriores de Reino Unido. «Es posible absorber una parte de la polución, ¿pero qué hay del carbón? También se trata del cambio climático».