Hablá en inglés!», le dijo un hombre mayor caucásico a la periodista del New York Times, Fernanda Santos, cuando cortó una llamada telefónica en la que estaba hablando en español. Se encontraba en la ciudad de Phoenix, en el estado de Arizona, donde el Partido Republicano ganó en las elecciones del martes.
Santos, nacida en Brasil, vivió los últimos cuatro años en ese estado, y habló en español infinidad de veces durante ese período. Pero algo así nunca le había pasado. Le dijo al hombre que ella manejaba cuatro idiomas. Como respuesta recibió un «andate a la mierda».
Este fue solo uno de los episodios de racismo que ocurrieron después del triunfo del republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, que revivieron un sentimiento nacionalista y de superioridad por una parte –no todos– de los denominados wasp (white anglo-saxon protestant, anglosajón protestante blanco).
Este grupo, que se siente dueño del país y que ve con malos ojos la inmigración reciente –en un país formado casi exclusivamente por inmigrantes– parece haber tenido dormida durante años una necesidad de expresar su sentimiento de repudio a los latinos, los negros y los musulmanes. Pero ahora despertó. El voto a favor de Trump no era lo único oculto en Estados Unidos.
El Ku Klux Klan había apoyado la candidatura de Trump, algo con lo que el republicano se encargó de aclarar que no estaba de acuerdo. Pero después de la victoria del martes, los Caballeros Leales Blancos del Ku Klux Klan publicaron en su sitio web un mensaje que decía «La carrera de Trump unió mi gente».
El miércoles, dos universidades en California registraron ataques contra estudiantes musulmanas, y según las autoridades policiales uno de ellos era considerado crimen de odio. Los atacantes habían hecho alusión al presidente electo y a la religión de las víctimas.
En redes sociales, otros casos salieron a luz en las últimas horas. «Es hora de que te vayas de este país, Apu», le gritaron a un hombre de origen musulmán mientras estaba cargando nafta en una estación de servicio, con un nombre alusivo al dueño del supermercado de Los Simpson.
En un liceo de Pensilvania, estudiantes llamaron a sus compañeros de raza negra «recolectores de algodón», un recuerdo de los años de esclavitud, al tiempo que a alumnas lesbianas les espetaron un «tortilleras».
En otro caso, un grupo de jóvenes de origen latino recibió un grito de rechazo en la calle: «¡Vuelvan al lugar de donde vinieron!».
Y un afroamericano encontró que su auto, que había quedado afuera de la casa, apareció con un mensaje pintado sobre los vidrios: «Fuck you, nigger».