El jefe del equipo de Asse que asistió al sirio planteó que en su entorno «hay un interés desmedido para que a este hombre le vaya mal».
“Le hablo a título personal. No creo la versión de que no esté comiendo ni tomando nada”.
Así se expresó Jorge Bermúdez, médico de Asse y jefe del equipo que concurre, o eso intenta, a comprobar diariamente el estado de salud de Jihad Diyab.
El ex preso de Guantánamo afirmó haber ingresado este jueves en el día 60 de su huelga de hambre en reclamo que Uruguay le facilite la reunificación con su familia en un país musulmán.
También aseguró que desde el lunes 3 no ingiere líquidos. Consultado por ECOS, Bermúdez dijo dudar que el sirio esté llevando a cabo lo que señala de una forma tan extrema.
El médico descartó además la versión que dieron los allegados a Diyab, este lunes, alertando que el refugiado había perdido la consciencia e ingresado en un estado de coma.
“No estaba en coma cuando lo vimos”. Según dijo, tampoco mostraba signos claros de deshidratación, pese a lo cual se optó por suministrarle suero.
Bermúdez planteó una situación compleja en relación a las personas que rodean al sirio y que actúan como voceros de su voluntad.
“No creían que no estuviera en coma. Tuve que hacer una serie de maniobras secundarias para demostrárselos», sostuvo.
“Se ponen medio belicosos cuando hacemos un diagnóstico que a ellos no les gusta”, aseguró.
También notó «un gran interés en hacerlo pasar como que estaba en coma”.
El lunes, la última vez que el personal de salud pudo examinarlo, Bermúdez decidió suministrarle a Diyab alimentos por vía intravenosa. “Le íbamos a pasar hasta el asado del Pepe licuado”, bromeó.
Según afirmaron sus allegados, el propio ex preso resolvió arrancarse la vía momentos después.
Las dudas sobre que el entorno de Diyab no es el mejor vienen siendo manifestadas en reserva por parte de algunos integrantes del gobierno.
Bermúdez apuntó a que el grupo tiene otros objetivos para rodear al sirio. “No me interesa entrar en una discusión política, pero veo en ellos un interés desmedido en que a este hombre le vaya mal y beneficiarse políticamente”.
El médico sostuvo además que en algunas ocasiones el propio Diyab simula.
“El lunes supuestamente estaba inconsciente pero fruncía los párpados y tenía movimiento ocular”, aseguró.
Concluyó que el refugiado padece una “crisis conversiva”, definida por la medicina como un estado de conciencia alterado en el que se rechaza la realidad que se vive de manera inconsciente y en donde se convierte en patológica una situación normal.
Bermúdez dijo que esto se inscribe en la psicopatía de una persona con un gran sufrimiento.
“Está inmerso en una profunda depresión. Ha sufrido mucho y creo que se comió un garrón impresionante”, dijo en referencia a los años que Diyab estuvo en Guantánamo y los que lleva alejado de su familia.
Lo que sí se constató es que el refugiado padece hipoglucemia extrema. Su nivel de glucosa es de apenas 25 miligramos por decilitro de sangre, cuando se considera que por debajo de los 35 ya se está en un nivel crítico.
“No nos explicamos cómo, en ese estado, permanecía consciente”, dijo.
Bermúdez definió que la negativa a cualquier tipo de atención médica constituye en los hechos “una verdadera eutanasia”, y que para un médico sería imposible de aceptar.
Consultado sobre si una medida como la que dice estar llevando a cabo Diyab tendría efectos irreversibles sobre su organismo, el profesional indicó que “potencialmente puede tenerlos».
«Todo depende de la intensidad y de lo prolongada que sea”.
Dijo que tal vez la experiencia que tiene Diyab en anteriores huelgas de hambre como las que llevó a cabo mientras estuvo preso en Guantánamo le permita tener su organismo acostumbrado para enfrentar una circunstancia como esta.
Tres forenses acompañados por un agente policial concurrieron este jueves al domicilio de Diyab. El objetivo era certificar si es por propia voluntad que el sirio rechaza ser examinado por los médicos. Lo hicieron en compañía de un traductor ajeno al círculo que rodea al refugiado, a raíz de una nueva denuncia por parte del Ministerio de Salud Pública, que se presentó ante la Justicia a instancias de Asse.
Pero ahora la denuncia está enfocada en tres personas del entorno del sirio que no permiten el ingreso a los médicos para los controles de rutina.
En la conferencia de prensa que hizo a principios de este mes Diyab anunció que suspendería nuevamente la ingesta de líquidos y que rechazaría ser atendido, internado o “resucitado” si su situación clínica entraba en una fase límite.
Sus allegados esgrimen que en un documento dejó en manos de tres personas la decisión sobre como proceder si, en caso de caer en la inconsciencia, se registraran avances en cuanto a sus reclamos frente al gobierno.
Desde el martes se les impide a los médicos de Asse comprobar el estado de salud de Diyab. Este miércoles apenas pudieron ingresar al living de su departamento, en donde una de las mujeres les frenó el paso. “Diyab pidió que les trasmitiera que rechaza la atención médica”, les dijo.
Al otro día ni siquiera llegaron a eso. Se les denegó la entrada y desde el balcón se les comunicó la “voluntad” del paciente.
La denuncia, presentada por el abogado del Ministerio, Gúmer Pérez, solicita que un equipo forense confirme que el refugiado desiste de la atención por su propia voluntad.
El mes pasado y ante otro planteo de la Salud Pública, la Justicia Penal había declinado competencia sobre el caso del sirio.
Allegados se defienden
Ante la denuncia, el grupo “Vigilia por Jihad Diyab”, al que pertenecen estos allegados, dio su versión en un comunicado publicado en su cuenta de Facebook.
“Es totalmente falso que se les niegue el acceso a los médicos que concurren al apartamento de Diyab, como pueden constatar cualquiera de los equipos médicos que han estado monitoreando esta situación. Tanto profesionales de la comisión de derechos humanos del SMU como de ASSE” sostienen.
Afirman que el pasado martes un enfermero del organismo fue a su domicilio a extraerle sangre. “Consultado Diyab al respecto, no quiso ser examinado”.
El grupo se mostró indignado ante lo que afirma es una denuncia falsa.
“No entendemos el cometido de esta maniobra, y pensamos que las autoridades responsables de haber dado cabida a esta denuncia deberían dar alguna explicación formal a la opinión pública, al propio Jihad y a los médicos que se han encargado del caso hasta el momento, así como determinar responsabilidades y sanciones para quien haya presentado falso testimonio”, concluyen.