Jueza embargó a Exgerente de Saman

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La Justicia embargó al exgerente de Saman que se retiró del país sin haber devuelto US$ 30 millones a productores arroceros e inversionistas. La jueza civil María Sapelli entabló un embargo sobre el 50% de las acciones de Matrix Baterías, la única empresa en la que figura el exgerente, informaron fuentes judiciales a El Observador. Los dos demandantes de esta causa, dos inversionistas, aseguran que el demandado les debe US$ 200 y US$ 300 respectivamente.

El hombre trabajó más de dos décadas en la empresa arrocera y se convirtió en un referente de confianza para productores que trabajaban con Saman. A muchos de sus clientes, les propuso formar un fondo de inversión para financiar a productores arroceros por fuera de Saman y muchos mordieron el anzuelo. Invirtieron miles de dólares y hoy están con las manos vacías.

Algunos de estos inversionistas recurrieron a su familia, antes de llevar al caso a la Justicia. Otros presentaron denuncias penales, que se tramitan en varios juzgados. Finalmente, un par acudieron a la Justicia civil, para intentar recuperar lo adeudado, pero en lugar de encontrar un conjunto de empresas a nombre del exgerente de Saman, solo hallaron el 50% de las acciones de Matrix Baterías, que fue embargado.

«Ninguna relación»

El empresario renunció en diciembre del año pasado a Saman y abandonó el país el 3 de mayo hacia Argentina por el puente de Fray Bentos. Cuando las denuncias en su contra fueron públicas, la empresa se deslindó de las operaciones de su exgerente financiero. «El señor se fue de Saman en diciembre del año pasado, en buenos términos. Lo hizo, según sus manifestaciones en ese momento, para dedicarse a otros negocios que tenía, entre los que había importación de relojes, comercialización de baterías y automóviles», aseguró una fuente de la empresa a El Observador. «Recién en marzo recibimos noticia de que estaba inubicable. Sus eventuales negocios privados o personales ninguna relación tienen con la compañía», agregó.

El exgerente, que vivía en el barrio Carrasco, gastaba mucho dinero en automóviles de lujo y en el juego. Incluso, vendía valiosos relojes importados a clientes del hotel y casino Conrad de Punta del Este.

Antes de abandonar el país, logró saldar deudas con algunos acreedores. Para ello, entregó, devolvió o vendió varios de sus autos de alta gama. Pero otros inversionistas buscan aún recuperar lo perdido.

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