Hace unos días falleció el Dr Jose Pedro Montero Traibel, a quienes sus más allegados llamaban Joel. A él y a su esposa Cristina Gómez, los conocí en la época de mi militancia en la causa del voto verde contra la Ley de Caducidad. Luego de ingresar al Frente Amplio, forme parte de una lista donde él era el titular y yo figuraba entre los suplentes.
Junto a otros compañeros, tuve el placer de trabajar con él y también de hacerlo con Cristina ya que ella fue y es una incansable luchadora por los derechos de las mujeres. Fue edila y candidata a la intendencia de Treinta y Tres.
No voy a realizar una reseña biográfica para la cual, desde luego, me faltan muchísimos datos. Simplemente voy a esbozar algo de lo vivido en aquellos momentos, donde el Frente Amplio era oposición y contaba solo con un cargo en la Junta Departamental. Las audiciones se trasmitían en vivo y en directo por radio. Y recuerdo que a Cristina eso la ponía nerviosa, cuando Joel polemizaba y le caían con todo. Y él se defendía con muchos argumentos y la altura correspondiente.
Y tuve que empezar a ir a las sesiones a foguearme. Un día, un ya veterano edil, sabiendo que no estaba Joel, consumado conocedor de las normativas, propuso poner en el orden el día el tratamiento del tema de “la guerra de las patentes” del cual yo no tenía ni idea.
No había celular. A penas estaba llegando el fax como tecnología. ”Trágame tierra”, fue lo que pensé. Y desde el teléfono fijo de la junta lo llame a su teléfono, también fijo. Muy tímidamente estaban apareciendo los primeros teléfonos móviles. Yo quería que el fuera, pero me dijo que no podía. Pero me paso la última novedad que se había resuelto en el congreso de intendentes, dado que estaba mirando televisión. Me dijo lo que tenía que decir .Y fue así como salí del paso. Estoy hablando de fines de los 80.
Algo muy importante que me decía es que cuando uno defendía un tema o hacia una denuncia sobre una irregularidad, tenía que fundamentarlo en forma ordenada y prolija. Fue una virtud que valore con el tiempo. Porque si bien, no seguí trabajando en política partidaria, en mi carrera educativa, puse en práctica en oficios, expedientes y documentos afines. Y el argumentar bien, forma parte de la seriedad de un documento. Y también de su éxito si se trata de una solicitud.
Hablando con Cristina, me recordó que formaban parte del grupo de matrimonios de la Parroquia San José Obrero. Lo que recuerdo puntualmente es que un día dijo, que él no era creyente pero que acompañaba la línea progresista de la parroquia. Porque era así. Muchos sacerdotes de la época vivieron un compromiso fuerte con los más humildes, lucharon a favor de los derechos humanos y se opusieron a la dictadura. Como también lo hizo Joel y su familia.
Cuando logramos cosas en la vida, es cierto que tenemos nuestra cuota parte de mérito, pero también somos un poco lo que los demás han sembraron en nosotros. Vi en él, a una persona muy cuidadosa de las formas, y muy respetuoso con los rivales políticos. Virtud, que, a veces la pasión política, nos hace olvidar.
Joel trabajo como abogado y fue funcionario de la Dirección General Impositiva y apoyo distintas causas culturales. Lo recuerdo formalmente vestido cuando las circunstancias lo exigían y también en atuendo informal. Atento, cordial y caballero y con un particular sentido del humor dado que por ese entonces el actual intendente, Dr Dardo Sanchez Cal, era edil. Y realizaba críticas a la propia administración nacionalista. Y desde ese entonces, era objeto de las bromas cordiales de Joel que le decía que estaba haciendo carrera hacia la intendencia o lo llamaba “futuro intendente”. Bromas, con un muy buen ojo hacia el futuro.
Es de recordar que ocupo distintos cargos políticos siendo el último el de Vicepresidente de la Junta de Transparencia y Ética Pública.
Vaya un apretado abrazo para Cristina, hijos, nietos y demás familiares. Y un recuerdo para este valioso compañero y ciudadano.