Y así cada poco tiempo tenemos advertencias climáticas! Que está pasando?
Inundaciones, violentas granizadas, sequías, feroces temporales: el tiempo no cesa de buscar su lugar en la vida cotidiana de los uruguayos. Pero esta sensación generalizada de que el clima está cambiando a pasos agigantados, según los expertos, aún no es verificable científicamente en nuestro pequeño territorio. Hay algunas tímidas transformaciones, es verdad, pero sobre todo la creciente mediatización de los informes del tiempo y una lucha frenética por el rating.
Existe una percepción general en la población de que el clima ha perdido la cordura. De que ya nada es previsible bajo el cielo, porque además de que los pronósticos meteorológicos han resultado en los últimos tiempos algo erráticos, las condiciones climáticas están siendo desconcertantes: veranos invernales y otoños de playa, ciudades que se inundan en horas, sequías que jaquean la economía, granizadas que muelen en minutos los techos de un pueblo entero, temporales que arrasan con todo y cobran vidas humanas.
Sin embargo, para los expertos se trata sólo de un fenómeno de percepción. O mejor dicho, no se puede decir científicamente que el clima de Uruguay ha cambiado.
Según Mario Caffera,* “históricamente nuestro país tiene una tremenda variabilidad interanual. Ha nevado más frecuentemente a comienzos de siglo y suele haber alguna pequeña nevada perdida en invierno en las sierras de la que nadie se entera, los vientos fuertes siempre se dieron, hubo temporales tremendos en todas las épocas. Estamos en la zona de máxima frecuencia de tornados de América del Sur. Había un balneario cerca de donde está hoy la compañía del gas que fue desecho por un temporal. Lo que pasa es que antes en los servicios meteorológicos se negaba la existencia de tornados y en algunas estaciones no cifraban el granizo porque no podía decirse que había granizado”.
Para Andrés Acosta** “en términos de país, salvando los perjuicios del efecto invernadero y el deterioro de la capa de ozono, no se puede hablar de grandes cambios climáticos. No son nuevos estos episodios: hay fenómenos que se repiten en el tiempo cíclicamente como las sequías, las inundaciones y los vientos. Me acuerdo de no haber podido cruzar el arroyo Pando hace muchos años porque estaba crecido en el mes de enero, y las inundaciones del 59 se dieron en abril, saliendo del verano”. En su opinión, el episodio ocurrido en Rocha la semana pasada fue un fenómeno normal en cuanto a caída de agua. “Pero lo que pasa es que tenemos un enemigo en el mundo que es el plástico y obstruye los tubos de desagüe” provocando estas crecidas en pocas horas. Según Acosta, “en las últimas inundaciones de California, París y San Pablo se supone con bastante firmeza que además de las abundantes lluvias, la mala conservación y la obstrucción de los desagües por envases de plástico fueron determinantes”. En Rocha seguramente pasó eso, deduce el especialista.
Caffera piensa que es posible que algunos fenómenos climáticos estén siendo un poco más frecuentes o más intensos, pero como se trata de eventos fortuitos se necesitarían como 200 años de estudios para calcular si aumentaron de algún modo. “Podemos tener el pálpito, pero no lo podemos asegurar porque monitorear la frecuencia de esos fenómenos es muy difícil”, afirma. Además actualmente hay mejores comunicaciones y circula mucha más información. También resulta evidente que los uruguayos se han acostumbrado a una muy baja exposición a fenómenos naturales catastróficos o a la hostilidad climática. En consecuencia, se instaló, según Caffera, un problema más grande, que “es la actitud de Uruguay frente a los fenómenos severos. Escondemos la cabeza como el avestruz y hacemos como si ninguno de los eventos fuera a repetirse. Decimos: pasó, qué alivio y ahora que le toque a otro, o por lo menos que no me toque a mí. Eso viene de la herencia gauchesca trashumante. Es lo mismo que dejar todo tirado y sucio, qué te importa si vos te vas y aquí no viene nadie”.