Cada día que pasa es una oportunidad que cada uno de nosotros tiene de ser mejor persona y de aprender permanentemente. Lo que hagamos o lo que dejemos de hacer deja una huella para bien o para mal en los otros, en el barrio, en el trabajo, en las organizaciones en las cuales participamos.
Y es por eso que seremos recordados. Y en ese día a día contribuimos a que la sociedad mejore. O la trancamos. O le ponemos palos a la rueda del progreso de una sociedad más fraterna.
Que en el hacer el bien nos topamos con desilusiones, es parte de la vida. En no pocas veces, hemos hecho el bien de corazón a alguien y recibimos todo lo contrario. Sucede y nos da mucha bronca. No debemos de hacer el bien para conseguir premios ni reconocimientos. Uno lo hace para mejorar la calidad de vida de otras personas, para tenderles una mano. A lo largo y ancho de la vida se observan las consecuencias. Si estamos atentos vemos, que ese bien regresa en forma de soluciones a problemas que no esperábamos, o nos encontramos con personas maravillosas o nos suceden cosas inesperadas.
Pero siempre nos da rabia aquella persona que se aprovechó de nosotros y nos hizo daño a conciencia de que lo hacía. Más de una vez le pregunte a personas mayores que yo y la respuesta era la misma:”. Tú hiciste la obra que tenías que hacer. Y en cuanto a esa persona, que se haga cargo de sus actos.”
Aquello tan evangélico de que el árbol se conoce por sus frutos, se cumple. Hay personas que por su dedicación a su trabajo, su familia, por sus sentimientos nobles, son una bendición a donde van. Llevan alegría, ganas de trabajar, valores. Y eso se contagia.
Otros, son una maldición en el peor de los casos: no coincide su vida con todo lo que hablan, no cumplen con sus obligaciones, se desentienden de su compromiso con su trabajo, les encanta enredar a la gente, son mezquinos y envidiosos. Eso, por desgracia, también se contagia, sobre todo si tienen cargos y ejercen autoridad sobre otros.
Creo que la gran evolución de nuestro tiempo esta trabajar diariamente para ser mejores. Son tiempos de valentía, de gente con coraje para cambiar el mundo. De la revolución interior que todos tenemos que hacer. De ocuparnos de nosotros sin dejar de pensar en el otro.