Antes, era fútbol

Los eventos que se vienen desarrollando en estos últimos años dejan claro que el problema no sólo está en las «barras bravas», que van dejando un saldo de muertos y heridos sin precedentes, además de la propia herida al sistema y la credibilidad de los cuadros,  sino en los propios clubes que fomentan el accionar de los mismos, finalmente el juez Néstor Valetti procesó con prisión a cinco líderes de la barrabrava de Peñarol, cuatro de ellos por el delito de «asociación para delinquir» junto con el de «extorsión» y uno solo por el delito de «extorsión», informaron fuentes del caso a El Observador. Dos de los procesados ya estaban en prisión por otros delitos.

tribuna-amsterdam-20161128081337586431«Años atrás, la institución deportiva había celebrado un acuerdo con algunos de sus parciales que identificaba como «referentes» de las «barras bravas» por su ascendencia y liderazgo entre los integrantes de esos grupos de hinchas. El acuerdo consistía en que «los referentes» colaboraban en el control de las «barras bravas» para que no se produjeran disturbios en oportunidad de la celebración de partidos de fútbol, a cambio de lo cual, el club les entregaba dinero, entradas a los partidos y otras regalías», expresa el fiscal Gilberto Rodríguez en el pedido de procesamiento.

«Con el paso del tiempo, los ‘referentes’ fueron ganando poder dentro de la hinchada y a raíz de ello, aumentaron sus exigencias hacia el club. Si la institución no satisfacía sus pedidos, los integrantes de las ‘barras bravas’ provocaban disturbios, hechos violentos e ilícitos que perjudicaban a Peñarol con la pérdida de puntos. Para evitar estos hechos y tener aplacadas a las barras,la institución cedía a las demandas de los ‘referentes'», sostiene el fiscal.

«A mediados del año 2016, la directiva nombró una nueva Comisión de Seguridad, la que resolvió prescindir de la intervención de ‘los referentes’. A consecuencia de esta decisión, ‘los referentes’ dejaron de percibir los beneficios económicos que durante años habían recibido, entonces, con el objetivo de recuperarlos iniciaron contactos con integrantes de la Comisión Directiva, dirigentes y jugadores. Ante la frustración de no conseguir el resultado deseado, se volcaron al despliegue concertado de sucesivos actos de violencia y amenazas contra miembros del Club Atlético Peñarol», agrega.

El fiscal menciona «presiones» sobre jugadores, funcionarios y directivos del club. Previo al clásico, «amenazaron a los directivos, diciéndoles que ‘de no obtener las entradas, no podrían contener o manejar situaciones de violencia o disturbio dentro del Estadio Centenario, particularmente en la Tribuna Amsterdam». Finalmente, los disturbios se concretaron.

Ante la negativa de los futbolistas de darles entradas, los barras les dijeron «que estaban de vivos y que se iba a pudrir todo”. El fiscal aclara que el gerente deportivo del club, Juan Ahuntchaín, «declaró que esta amenaza estaba dirigida a los directivos».

El artículo 345 del Código Penal, que tipifica el delito de extorsión, establece que «el que con violencias o amenazas, obligare a alguno a hacer, tolerar o dejar de hacer algo contra su propio derecho, para procurarse a sí mismo o para procurar a otro un provecho injusto, en daño del agredido o de un tercero, será castigado con cuatro a 10 años de penitenciaría». Se trata, por lo tanto, de un delito inexcarcelable.

Por último, el fiscal explica que la asociación para delinquir «se tipifica al constatarse la existencia de una organización que se mantiene en el tiempo, que presenta distribución de roles, jerarquías y distinción de funciones prestadas por sus integrantes a pesar de la fungibilidad de estos”.

¿Quiénes fueron los indagados?

Jorge «Jorgito» Rivero, «Coco», Henry, Fernando «Nandito» Rodríguez, Walter Gastón Sánchez y «El Pistola» fueron algunos de los líderes de la barrabrava de Peñarol que declararon desde la 10 de la mañana de este viernes hasta la madrugada del sábado. «Jorgito», Henry y «Nandito» recuperaron la libertad.

Durante su reinado, «Jorgito» había logrado liderar a la Barra Ámsterdam y complacer a sus escuderos: «Coco», «Nandito» y Henry. Pero un pequeño detalle, una planta de marihuana de más de un metro, abrió una rendija para que la Justicia comenzara una investigación que tiró abajo la estructura. Aquella planta, que se veía desde lejos, llevó a que la Policía allanara en marzo de 2013 la casa de José Aurelio Borba Moreira, un barra que además de una gran planta, tenía seis antecedentes penales, un kilo de marihuana y 50 entradas para el partido entre Peñarol y Vélez. La historia de que la directiva no daba entradas a los barras comenzaba a derrumbarse.

El juez Homero Da Costa preguntó en ese entonces a «Jorgito» de dónde salieron esas entradas. «El club me las entregó a mí y yo saco dos ómnibus» para viajar al exterior cuando Peñarol juega, declaró en 2013 el líder de la barra, que por ese entonces ya era funcionario a sueldo del club.
Los beneficios económicos de los líderes de la barra habían quedado al descubierto. La productora Kafka Films, que realizó el documental Manyas, pagó a «Jorgito» y a «Henry» $ 1.181.464, reveló un informe bancario en poder de la Justicia, como informó Búsqueda el 10 de noviembre.

«El Tato»

Aquella investigación fue archivada en agosto de este año, pero reveló una estructura de negocios que retomaría la Dirección General de Información e Inteligencia, bajo la hipótesis de que la barra brava es un paraguas donde opera una organización delictiva.
Un síntoma evidente de que el delito se codeaba con los líderes de la barra fue la lista presentada por la directiva de Peñarol al Ministerio del Interior a comienzos del año pasado: de los 23 «referentes de seguridad» de Peñarol, 10 tenían antecedentes penales.
En esa lista, aparecía Wellington «Tato» Rodríguez Segade, acribillado en el barrio 40 Semanas el 13 de octubre de 2015. Su viuda fue secuestrada frente a sus hijos, asesinada e incinerada un año después, el 15 de octubre de este año. Hacía meses que «Jorgito» se había apartado de la barra. Henry también dio un paso al costado, pero fue contratado por el club hace algunos meses.

«Coco», Gastón, «Nandito»

Los conflictos internos estaban dejando demasiada sangre. «Coco», uno de los hombres que ayer también declaró, fue procesado el año pasado como coautor del homicidio de «Reny», referente de la barra que tocaba los bombos en la Ámsterdam. «Coco» fue trasladado este jueves desde la cárcel hasta el juzgado porque las interceptaciones telefónicas registraron cómo ordenaba a los suyos provocar, al menos, disturbios previo y durante el clásico del domingo. Otro barra que está preso declaró ayer como indagado.
Ante el vacío de poder que dejaron «Coco», «Jorgito» y Henry, el liderazgo fue ocupado por Gastón y «Nandito», dos de los que ayer también declararon en el juzgado. El principal desafío de Gastón y «Nandito» era evitar las disputas entre los diferentes grupos que alientan en la Ámsterdam, pero no lo lograron.
Bolívar «Boli» Falero fue baleado el 23 de octubre en esa tribuna durante el partido de Peñarol ante Rampla, una semana después de que asesinaran a la viuda del «Tato». «Boli» también declaró ayer, pero no ocupa un rol central ni protagónico en la barra.
Una semana después, en la medianoche del 31 de octubre, «Nandito» zafó de milagro de una balacera que dejó 34 casquillos afuera de su casa en Villa Española. «Hace 17 años que voy a la cancha y siempre estuve ahí. Y ta’… me tocó estar ahí porque se fueron dando las circunstancias. El Jorge se fue, me dejó a mí y todo así. Pero nada más por eso. Porque me gusta la tribuna y doy la vida por Peñarol y soy a muerte», dijo «Nandito» días después en una entrevista en el programa radial Las voces del fútbol.
La nómina de indagados se completó con «El Pistola», otro líder de una facción de la barra, además del joven que tiró la garrafa desde la tribuna Ámsterdam y fue procesado por tentativa de homicidio. En total fueron 10 los barras indagados. La mitad fueron procesados.
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