Un Litro de Luz

Natalia SuárezUn litro de luz: una botella de plástico con agua y cloro para iluminar la vida de los más pobres

¿Qué se hace con una botella de Coca-Cola después de consumir su burbujeante líquido? La mayoría de las veces simplemente la tiramos a la basura. En los los barrios marginales de Manila (Filipinas) han empezado a aparecer hace poco estas botellas de plástico atascadas a través de agujeros circulares practicados en los tejados de metal.

Se trata de la materialización del proyecto “un litro de luz” (isang litrong liwanag), desarrollado por estudiantes del MIT(Massachusetts Instituto de Tecnología) que, en colaboración con la fundación filipina Myshelter Foundation, busca atrapar la potencia del sol en una bombilla casera de ultra-bajo coste, para así traer la luz a las casuchas oscuras y tristes que llenan los barrios menos favorecidos del mundo.

Las botellas, que están llenas de agua y lejía (también conocido como cloro, límpido o lavandina), se colocan perfectamente ajustadas en un agujero en el tejado como si fueran claraboyas y aseguran “que emiten luz equivalente a una bombilla de 55 vatios de electricidad”. Todo gracias a los rayos del sol, que viajan en vertical a través del envase y al chocar con el líquido genera una refracción horizontal de 360 grados que ilumina toda la habitación.

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La meta de Myshelter Foundation, creada por el joven empresario filipino Illac Díaz, fue iluminar un millón de casas filipinas antes de que terminara el 2016. Todo gracias a una bombilla solar que vendrá 100% del reciclaje y cuyo éxito se basa en ofrecer una tecnología simple y fácilmente replicable, capaz de ocuparse de las necesidades básicas de las comunidades en desarrollo.

El procedimiento para construir la bombilla es tan sencillo como el principio lumínico en el que se basa: se llena una botella de agua limpia, destilada o purificara para lograr una mayor claridad, y se le añaden 3 cucharaditas de lejía para luego cerrar el tapón herméticamente. La lejía o cloro evita la formación de moho durante cinco años, para que el agua se conserve lo más clara posible.

Una vez preparada la mezcla, se introduce la botella en un agujero en el tejado que se sella con silicona; o en una lámina de fibra de vidrio, que se ajusta con calor al cuerpo del envase para evitar las posibles goteras. Ya solo hace falta sentarse a esperar a que salga el sol por la mañana.

En Manila existen 3 millones de casas sin acceso a la electricidad, con apenas espacio suficiente para poco más que dos camas de madera, sin ventanas; la única manera en que muchas familias puedan obtener la luz es a través de la única puerta abierta.

Por la noche, cuando cierran la puerta, se enciende una vela o una lámpara de queroseno, con el consiguiente riesgo de incendios para la vivienda y las de alrededor, que están construidos de materiales ligeros. Por eso esta bombilla, aunque no funcione por la noche, por lo menos les otorga seguridad por el día.

Desde abril de este año se han instalado más de 10.000 botellas en los tejados de la Manila metropolitana y la cercana provincia de Laguna. Y los que las tienen no dudan en decir que el resultado “es tan brillante que hasta cuesta trabajo mirar a las botellas”.

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El gobierno filipino ha asumido los gastos para la fabricación de las bombillas, mientras que MyShelter Fundation se encarga de entrenar a los residentes en la manera de hacerlas.

El proyecto busca disfrutar de la iluminación solar sin coste alguno, pero también ayudar a los residentes a ahorrar en su factura de la luz reduciéndola hasta la mitad. Una buena manera de sobrellevar el creciente aumento de los precios de la electricidad que está sufriendo el país, un país en el que gran parte de los habitantes no llegan a un salario mínimo de 18 € al mes.

El proyecto viene avalado por su progresiva implantación en Brasil y México desde 2008, y con la unión de Filipinas ya se considera el mayor programa mundial para dotar de luz verde a los más pobres.